
Seguimos con la tercera parte de la entrevista con Javier Doeyo, editor de historietas argentinas como las obras de los Breccia o El Eternauta, su edición oficial.
Para los que quieren leer las primeras partes puede hacerlo desde aquí y aquí.
Reunidos en el bar centro de operaciones de Javier, le pregunto:
-¿Cómo es el mundo de la edición de clásicos?
¿Mundo? ¿Cuál mundo? Es actividad editorial igual que cualquier otra. No tiene ninguna diferencia...
-Por lo que se deja ver, mucho del material tiene que ser recuperado sin originales, lo que parece que es un flor de trabajo. ¿Podes contar un poco como es el circuito, el paso a paso?
Eso es cierto, algunas cosas sólo se consiguen en impresos (El Eternauta sin ir más lejos). A veces, hay que romperse el culo consiguiendo el material, scanear y retocar a lo boludo e invertir más tiempo del que deberíamos... Pero muchas veces es muy gratificante. El paso a paso es simple: conseguir el material, dárselo a algún especialista para rescatar, “plumerear”, y sacar a la cancha...
-¿Existe un mercado en Europa para este tipo de trabajo?
Sí, claro. “Marco Mono” se vendió a Europa antes de publicarse acá. Algunas de las historietas de “Ernie Pike 4 décadas”, también. Y hay otras que ahora no recuerdo... Inclusive, ahora mismo estamos rescatando algo que es para Italia...
-¿Que es necesario?
Ganas de romperse el culo.
Tratar de ver “para dónde va el mercado editorial” y subirse a ese tren. Mirar qué autor “resurge” o “se empieza a publicar” y buscar material suyo anterior y trabajarlo. Y lógicamente: una buena relación con los autores.
Otro punto importante es la negociación con los familiares del autor. La familia de Oesterheld en este sentido lo tiene muy bien armado -con una abogada especialista en derechos-, pero por lo general, una vez que se muere el autor queda todo en manos de sus familiares, que a veces están dispersos, e incluso peleados entre sí y lleva mucho trabajo localizarlos y lograr poner todos los papeles en regla.
-Este es un problema que no tienen los yanquis al sacar todo a nombre de una sola editorial...
Si, pero se han cargado a más de un autor...

-¿Cuál pensás que es el principal problema de editar en argentina?
Yo no veo ningún problema. Es un negocio con sus bemoles, aunque en principio igual que cualquier otro. Editar –básicamente- no es muy diferente a fabricar “algo”. Para editar en la Argentina necesitás lo mismo que para cualquier negocio: tener una idea, un capital inicial, ganas de trabajar y responsabilidad.
Mirá, te cuento: además de mi propia experiencia editorial, he presenciado muchos movimientos (aperturas y cierres) en estos últimos 20 años. Desde el cierre de las revistas clásicas a principios de los 90 que en ese momento se leyó como “una tragedia” (con lo cual no estoy para nada de acuerdo), hasta decenas de consultas sobre posibles nuevos emprendimientos...
Recuerdo que el padre de Leandro Oberto me vino a ver una vez y me invitó un café para consultarme sobre lo que planeaba hacer su hijo: cerrar su comiquería y abrir una editorial. Le dí mi opinión y un sólo consejo, y mirá donde llegó Leandro.

Yo trabajaba en la imprenta donde se imprimió el primer Comiqueando hace 15 años, la gente de La Revistería me pidió opinión más de una vez cuando empezaron su experiencia editorial, lo mismo que la gente de Puro Comic Ediciones –con quienes hablamos a diario de esta actividad- y hoy, Marcelo Pulido de Historieteca está trabajando en un proyecto –MUY INTERESANTE- para sacar una nueva colección de comics... Ví cómo surgió (y se desvaneció) el proyecto editorial de La Productora. Mirá “el milagro” de permanencia de Pablo Muñoz… Y así podría seguir toda la tarde.
¿Qué quiero decir con esto?
Que actividad y movimiento hay y hubo siempre. Porque “los espacios vacíos se llenan sólos” y porque mal que mal, este es un laburo muy piola. Mirá la movida que armó –casi con nada- don Carlos de Thalos. Una maravilla. Carlos logró lo que nadie: que un tipo de afuera de este ambiente ponga guita grossa para imprimir las obras de algunos autores nuevos y, por lo tanto, altamente riesgosos. Hoy se habla comunmente de “inversor tal o cual” y, la verdad, antes eso no existía, era impensable.
Yo hice todo con guita propia, o asociado en forma precaria y con demasiadas garantías con gente muy cercana; o hasta parientes. (Y ojo, que yo nuca cobré ninguna herencia, como aseguró un tarado una vez...). La figura del “inversor” en los términos que se conocen hoy, en la historieta nunca había existido.
Aunque, claro está, algunos trabajan mejor que otros, algunos perduran, otros fracasan, surgen nuevos, cierran los viejos... La actividad es dinámica y se realimenta diariamente. Por suerte...
Thomás Dassance y Martín Casanova son dos caras muy interesantes de la actual movida... Hay otros mamarrachos que sólo saben hablar de lo que hacen los demás, pero cuando salen a la cancha “no la ven ni cuadrada”.
¿Cuál es el principal problema de editar acá, me preguntabas?
Ahora sólo se me ocurre uno: que algunos profesionales del ambiente –o casi-, no cuiden su lugar de trabajo [ver La Critica en la primera parte de este reportaje]. Lo demás, a mi juicio, anda bien.
Si además, hablamos de lo que debiéramos mejorar en relación a la actividad, podría decir que me parece que hace falta un poco más de compromiso... Por ejemplo, una vez almorzábamos en el puerto de Olivos un editor, y un par de autores de esos a los que les va muy bien y yo. Toda gente próspera, con auto, moto, lancha, mucho trabajo y el tiempo necesario para estar al solcito charlando en pleno día de semana… Y hablando de mil boludeces, uno dice que “ya no compra más la Fierro, porque sólo una de las 6 o 7 historietas que trae le interesa”.
Yo no lo podía creer... Si no tenés plata, no tenés plata y chau. Fin de la cuestión.
Pero teniéndola, no comprar una revista que le da laburo a varios, produce material –muchas veces muy interesante- y sale apenas una vez por mes... ¿Cómo no comprarla? Nosotros estamos en este negocio, tenemos la guita (nos estábamos tomando unos vinos de 50 mangos la botella) y ¿no vamos a comprarla? Yo le pregunté si compraba alguna revista y si leía entera esa revista… ¿Qué revista se lee de punta a punta? Lo mismo que la Comic.Ar, ¿Cómo no comprar –y apoyar- una propuesta innovadora que además le da laburo a varios autores? Estando como estamos en esta actividad, un poco más de compromiso mínimo no vendría mal. Me parece...
- Ok, pero dejame volver sobre algo, ¿por qué pensás que no fue una tragedia el cierre de Skorpio y Fierro?
Bueno, ninguna de las revistas que dejaron de salir en los primeros años de los 90 eran, ni por asomo, las grandes revistas que fueron alguna vez. Tenemos una tendencia lógica a recordar esas revistas por todo lo bueno que nos dieron, pero en el ocaso, hacía rato que Fierro parecía más una revista de la Eura que lo que queremos recordar. No te olvides que Sasturain había dejado la revista hacía más de 4 años. Skorpio no recuerdo bien si venía muy floja, o más o menos…, pero ya no tenía los autores de su época de oro. Puertitas lo mismo y de Columba mejor ni hablemos. Terminó publicando unas revistitas que parecían un fanzine mal hecho… La misma editorial con los mismos autores y personajes de la espléndida “Colección Clásicos”, publicando revistitas de blanco y negro de 32 páginas… Una inoperancia de no creer!
Me pareció entonces, y me parece ahora, que las revistas tienen etapas y que era evidente que aquella estaba concluida. Y que una nueva estaba por llegar. Lamentablemente la erré en el análisis “temporal” y la nueva etapa tardó unos años en llegar, pero del 2000 para acá se puede ver el recambio. Creo que ya lo dije, los espacios se llenan solos. Unos se van, otros llegan… Hay que adaptarse a los tiempos porque, se ve, todo va a los pedos. Y en esto no hay ninguna tragedia. Es lo que es.