Esa tierra interestelar prometida y aún desconocida de Geoff Johns, aquella que se revelará en las próximas ediciones de la serie para esta nueva dupla que oficia de policía bueno (Hal Jordan) y policía malo (Sinestro), nos tiene ansiosos de respuestas: la vemos venir, por fin, insinuando una debacle desmedida a partir del número 7 (déjenme ser positivo). Es que otro color, el índigo, nos sugiere un descubrimiento que tal vez haga temblar los mitos dentro del universo esmeralda. ¿Qué pasará con Abin Sur y la tribu liderado por Indigo-1? ¿Cuál será su vínculo? ¿Qué son los Indigo? ¿Qué pasará con Black Hand? ¿Qué ocurrirá en el segundo arco argumental, después de todo?
Algo es seguro: habrá que esperar, porque como nos tiene acostumbrados el buen Geoff, muchas veces las visiones de “lo que vendrá” resultan ser sus pasiones preferidas; aunque incontables veces esos entusiasmos y ardores creativos se tornen innumerables y hasta irresueltos en papel (por ejemplo: todavía sigo esperando que se concreten esas visiones de Atrocitus sobre Jordan enfrentando a los Guardianes en una posible épica aludida en el arco argumental Rage of the Red Lanterns).
Hay que tener paciencia y esperar, porque Green Lantern N° 6 es un puente, un pasar de un punto a otro, nada más y nada menos. Un breve pasaje (sencillo) en esta historia, casi somnoliento, digamos, y un vínculo entre la clausura del primer arco argumental y el punto de partida de un segundo arco que promete ser, como ya se dijo, revelador. Y es lógico que Geoff se tome un respiro, por más que ese respiro no sea producto de una maratón de hermosos y heroicos momentos pasados. Sabemos que los 5 primeros números de GL luego de este relanzamiento del Universo DC no fueron de lo mejor del autor, hay que decirlo (los espléndidos instantes narrativos by Johns hay que ir a buscarlos en Aquaman, creo yo –ni GL ni JL-).
Por eso, si recordamos un poco, los momentos que tuvieron a Jordan y a Sinestro en Korugar dándole de baja a la batería de poder amarillo, discutiendo por la metodología empleada en cada acción cometida y venciendo estratégicamente a los Sinestro Corps (método con el que más de uno habrá recordado aquel destino doloroso y fugaz de Mongul Jr. durante la serie Blackest Night), fueron entretenidos pero no demasiado brillantes; casi una simple excusa para cerrar de manera rápida el conflicto de Sinestro con los habitantes iracundos de Korugar, su planeta de origen. Pero también le sirvió a Johns para colocar a Jordan en una posición difícil: a “Highball” se lo degradó y se lo ubicó en un lugar que al personaje le resulta apestoso: esbirro de Sinestro por, quizás, azar del destino, nuestro héroe sufre como una mascota a la que se la saca a pasear con un anillo verde muy de vez en cuando, siempre sometida a los caprichos del dueño.
Y quizás sea eso lo que más trabaja argumentalmente este número 6 de GL: con una Lyssa Drak a la que Sinestro persigue para luego dejarla tirada sin pena ni gloria (me pregunto cuándo tendrá un lugar importante este personaje femenino y oscuro) y con la aparición de un personaje como Starstom sumido en una actualidad repleta de indigencia que parece servir exclusivamente como receptor desgraciado de la personificación del miedo que
evoca Sinestro, Johns hace foco en el Jordan sin anillo, que no escapa a las peleas a puño limpio y a la violencia a pesar de mostrarse gozoso y calmo al encamarse con Carol (en su interior, Jordan no puede dejar de ser quien fue, lo sabemos, y Johns nos lo repite).
Más allá de la historia, el problema principal es el arte de este número: Mike Choi, dibujante invitado que por desgracia aceptó la invitación para ofrecernos un espantoso universo, trabaja con una falta de detalles que asombra: a) los rostros, por ejemplo, no nos dicen nada como sí lo hacían los de Mahnke, y parecen estar afectados por una expresión unidimensional (parquedad, aburrimiento, ira, miedo, duda, todo parece representarse con mínimas variaciones y escasas pinceladas); b) las batallas parecen producirse sobre el vacío (no pidan fondos importantes ni tampoco detalles interesantes cuando en ciertas viñetas existe algún que otro background para ver); c) la sensación de movimiento es inexistente y da vergüenza observar cómo se representan los cuerpos en batalla y d) lo más lamentable es ver cómo Jordan parece tener el rostro de un crío recién ingresado a los Teen Titans.
Hay que decir que el color tampoco ayuda (otro mérito de Choi, esta vez junto a Alex Sinclair): todo me remite a una mala historieta que parece venir incluida en alguna revista para niños tipo Billiken, de esas que se hacen rápido y sin importar los resultados, o a una historieta “colgada temáticamente” en algún producto, como en el Rexona Men Superhero.
Por eso, es mejor cruzar el puente rápido y mirando hacia delante: lo que vendrá, con Johns y Mahnke, parece ser prometedor. Y si no me creen, pregúntenle a Sinestro, quien ha quedado tremendamente afectado después de recibir una splash page de grandes visiones made in Johns.
Autor: Seku Ezu